Nieva: Capítulo 4 (versión reducida)

Tras la revisión de daños matinal nos dimos cuenta que el último vendaval se había llevado parte del tejado, lo suficiente para suponer un problema de acumulación de nieve y de posibles filtraciones. No es la primera vez que nos pasa, ni será la última, y tenemos claro cuál es el procedimiento a seguir, así como las precauciones a tomar.

Pero esta vez era diferente.

Tras 30 días seguidos nevando, lo que suponía el tramo más largo conocido sin cambios bruscos en el clima, estábamos realmente preocupados del momento en el que éste se fuera a producir. Más si cabe cuando la actividad que teníamos que llevar a cabo suponía estar completamente a la intemperie durante horas. Y aunque no llegara un cambio de 180 grados, el estar expuesto durante tanto tiempo al exterior con horquillas térmicas de unos 20-30 grados en el periodo que necesitábamos estar fuera (que era la única previsión que podíamos hacer viendo lo que había pasado los últimos 30 días e inventarnos de ahí una tendencia), no invitaba demasiado a la tranquilidad.

Para hacerse una idea, el mero hecho de salir equipado para soportar temperaturas de hasta 40 grados bajo cero (sin viento) y luego encontrarte que la temperatura sube hasta los 5 o 10 grados bajo cero, supone ya un problema de base. Porque lo primero que te dan ganas es de empezarte a quitar protecciones a lo loco con tal de no llegar a la asfixia; y si lo haces, y la temperatura vuelve a bajar, seguramente mueras congelado porque no te dé tiempo a volver a equiparte otra vez. Yo he visto caer a dos por lo primero y a cinco por lo segundo.

Así que lo que hacemos en estos casos es entre los tres vestirnos con ropas con niveles diferentes de protección. Uno con protección baja para las temperaturas menos frías, otro intermedias y otro para las más frías. Nos colocamos dentro de la casa lo más cerca posible de la zona a reparar, y en base a la temperatura que haya fuera le toca trabajar a la persona que lleve el nivel de protección más adecuado, el cual se prepara antes de salir con la ayuda del otro, lo que facilita las cosas. Si hay cambios, se produce cambio de turno en base a si la temperatura va al alza o a la baja.

Todo iba relativamente bien al principio, salvo el que mi nivel de protección era el que tuvo más utilización con diferencia, lo que hizo que me tocara trabajar de lo lindo. Hubo cambio de turno por una bajada muy repentina y salió el abuelo, y a los 10 minutos me tocó salir a mí otra vez. Y fue al dirigirme de nuevo al tejado cuando de repente todo se volvió blanco. La niebla más densa que habíamos visto nunca, lo que unido al paisaje blanco que nos venía rodeando los últimos 30 días hizo que fuera imposible ubicarse; solo sabía que tenía la casa a unos pocos metros, pero no estaba seguro en qué dirección.

Leave a Reply

Your email address will not be published.