Y es que no es lo mismo trabajar en un grupo “tensionado” que en otro “presionado”.
Normalmente la presión consigue que el grupo invierta más horas de las que hay planificadas por jornada; extiende la jornada laboral estándar e incluso empieza a trabajar fines de semana, festivos; otro tema es la productividad de dichas horas. Jornadas de hasta las diez de la noche, dos de la mañana, no están normalmente relacionadas con altos índices de productividad. El agotamiento psíquico hace mella, y se realizan trabajos de baja calidad, mantenibilidad, se toman decisiones erróneas, etc. No voy a descubrir nada nuevo si relaciono la “presión” (establecida de forma continuada) con el nivel de estrés, motivación, hartazgo, falta de confianza en uno mismo, sentimiento de estar atrapado y un largo etcétera de procesos mentales bastante complejos.
En cuanto a la tensión, la forma de trabajar cambia bastante a mejor, (aunque niveles altos de tensión establecidos de forma continuada pueden provocar efectos secundarios similares a los de la presión). El grupo está atento, concienciado, implicado y motivado; conoce las fechas, está comprometido con las entregas y es consciente que un nivel homogéneo de trabajo conlleva un aumento en la velocidad de desarrollo. Es curioso además como en algunos casos la tensión puede provocar en ciertas personas un aumento de la motivación. El mantener un ritmo de trabajo, una constancia, el aumento de la comunicación directa y de tú a tú con el resto del equipo de desarrollo (indispensable para mantener la tensión) y la obtención de resultados a corto plazo pueden ser los causantes. Son como pequeñas recompensas por un trabajo bien hecho realizado en menor tiempo del estimado.
Yo de hecho me atrevería a decir que el basar la estrategia de la gestión del equipo en base a presión o a tensión va directamente relacionado con el estilo de liderazgo. Es decir, es posible que en algunas ocasiones no quede más remedio que trabajar puntualmente en determinadas situaciones y proyectos en modo “presión”; pero si tu forma de trabajar habitual como líder de equipo es la presión… se te ha visto el plumero amigo 😉
Saludos.
Miguel.