– Papá! Papá! No veo nada! Pero cómo puede hacer semejante viento de repente y no disiparse la niebla?
No me oyen, el ruido del viento es ensordecedor.
Y evidentemente no me ven.
Tengo que estar a menos de dos metros de la casa pero he perdido completamente la referencia. Si avanzo hacia la dirección inadecuada…
Hoy es el día? Qué pena, pienso, pero no soy capaz de mover un solo músculo para intentar salvarme.
La temperatura ha caído de manera brutal, moriré. Cuando se disperse la niebla me van a encontrar congelado, semi enterrado en la nieve y a dos metros de la casa.
– Qué pena – digo.
Nadie me escucha. Nadie me ve.
Pienso en mamá.